POR LUCIANO DE CECCO

 

Lamento que mucha gente espere otra cosa de mí, pero yo no pienso en clave futbolera. No soy anti-Brasil, no me interesan los clásicos ni las rivalidades personales. Queríamos ese bronce, esa medalla, e íbamos a exprimirnos al máximo para lograrla. Por eso, para mí no era especial qué rival teníamos enfrente: hubiera festejado igual contra Brasil o Nigeria.

Tampoco me prendo en las comparaciones y no me genera nada extra ganarle a Bruninho o algún otro crack brasileño. En Italia también se buscan esas rivalidades personales. Yo sólo pienso en mi equipo y quiero lo mejor para Argentina. En mi cabeza no hay lugar para lo otro.

A lo largo de todo el torneo jugamos el vóley más extremo que podíamos jugar y pudimos aprovechar las pocas chances que se nos presentaban en cada partido. Por ejemplo, con Italia estábamos 8-10 abajo en el quinto set cuando fue al saque Bruno Lima, que había fallado mucho en ese rubro durante todo el partido. Nadie podía imaginarse cuatro puntos en fila que terminarían cambiando todo. Suelo ser muy crítico: pasamos a “semis” lejos de nuestro mejor nivel, pero explotamos todas las oportunidades que nos dio el partido y lo dimos vuelta.

Lo mismo ocurrió contra Brasil, el día de la lucha por el bronce. Apenas agarré el teléfono después de ganar ese partido inolvidable tenía infinidad de mensajes: gente muy querida que lloraba emocionada, pasada de vueltas en plena madrugada. Habíamos hecho felices a otros. Eso es muy grande para mí. Vale muchísimo.

Lo que muchos me enviaron fueron las fotos posteriores al bloqueo de Agustín Loser. Hoy ni siquiera me acuerdo dónde cayó esa pelota. Recuerdo haberme dicho: “¡La puta madre! ¿Qué hicimos?”. Ahí sentí como que me sacaba una mochila pesadísima por conseguir algo tan soñado. Además, Agustín la había “descosido” y se merecía que fuéramos a abrazarlo como lo abrazamos: arrodillados, con lágrimas, a los gritos.

Fue el punto más importante para nuestra generación: el que va a quedar en la memoria de todos.

Si bien ya lo dije, es imborrable, ya pedí los videos: a diferencia de las fotos, ahí sí me “meto” en el juego y me acuerdo de qué hago y qué no hago, qué pienso, qué decido. Cuando vea ese partido muy probablemente se me vuelva a erizar la piel. Igual que en Tokio.

https://twitter.com/canaldeportv/status/1423872896410206211?s=20