Felipe Benavídez vuela desde España hacia Italia. Aterriza el sábado 9 de abril. Viene de cerrar su segunda temporada en el Rotogal Boiro de la Superliga española y en su futuro quizás haya otro destino europeo. Tiene una propuesta para probarse en Pallavolo Macerata, un equipo de la A3 de Italia, la tercera división nacional. El pibe, muy identificado con el club Ciudad de Buenos Aires, ni siquiera imagina el tornado que se viene en los días posteriores. Sonaría inverosímil o alocado si alguien se lo planteara en ese instante.

Los Benavídez y los De Cecco se conocen desde hace muchos años. Solían encontrarse en San Bernardo, en la arena de la playa, en las vacaciones de verano. Hay, entre todos, una relación de afecto familiar alimentada en esos encuentros frente al mar. Naturalmente, desde que Luciano juega profesionalmente en Europa, los encuentros se redujeron. Pero los contactos, especialmente por redes sociales, jamás se cortaron.

Felipe vive días de película en Italia

Felipe sabe que el jueves 14 Cucine Lube Civitanova inicia su serie de semifinales como local contra Itas Trentino. De Macerata a Civitanova hay menos de media hora en auto. Están muy cerca. Entonces, “Feli” no duda demasiado. Le envía un mensaje a Luciano y le pregunta si por favor puede conseguirle una entrada para ese partidazo. Tiene muchas ganas de ver ese juego clave de una Liga que, para muchos, es la NBA del vóley.

El armador del bronce olímpico le responde que sí: seguramente habrá una entrada para su amigo. Queda en volver a contactarlo apenas tenga novedades.

Felipe y Luciano, durante unas vacaciones familiares en la Costa Atlántica

La llamada de Luciano llega y trastoca todo. Es un terremoto para Felipe. De la entrada que él pidió no parece haber ni rastros. Habría que imaginar una escena muy cinematográfica: el plano inicial tomaría las tribunas del Eurosuole Forum -donde Benavídez soñaba estar contemplando ese partido- y la cámara iría bajando hacia el campo de juego.

Benavídez y Giuliana De Cecco, la hermana de Luciano, durante el partido del pasado lunes en Trento

Felipe piensa si es verdad lo que oye. Tarda unos segundos en sentir que está con los pies sobre la Tierra. Luciano le comenta que Osmany Juantorena, el capitán de la Lube, se resintió de una lesión en un hombro y que, por esa circunstancia, el equipo necesita un jugador para completar el plantel en las prácticas. El entrenador Gianlorenzo Blengini ya vio videos de Benavídez y supone que el argentino puede ser una rueda de auxilio.

Luciano es el encargado de transmitirle a Felipe la invitación para sumarse a las prácticas del actual campeón de la Súper Liga. A Benavídez le palpita el corazón. Su cabeza es un huracán.

Felipe viene de jugar dos temporadas en el Rotogal Boiro de España (Foto: Superliga de España)

Cuando llega al Eurosuole Forum trata de no mostrar sus emociones. No quiere estar en plan fanático, sino en modo jugador. Siente nervios. No quiere fallar. Por él, por supuesto, pero también por Luciano: no quiere hacerlo quedar mal después de que le abriera semejante puerta. Tratará de demostrar que sus tres Mundiales en categorías formativas y su recorrido en Liga Argentina y en España le dieron un bagaje de cualidades para no desentonar. Poco a poco va aflojándose y sintiéndose a gusto. Es evidente que el técnico Blengini analiza si la ecuación con ese jugador invitado es una suma o una resta.

Luciano, con la camiseta número 15, y Felipe, con la 1, en la playa de San Bernardo. A la izquierda, Sebastián Nicolini, y al centro, Manuel “Chicho” Roisman, dos amigos de “Feli” que fallecieron de cáncer y él recuerda con enorme cariño.

La respuesta no llega de Blengini, sino del club. Le consultan a Felipe dónde está alojado. Responde que en un hotel. Le dicen que pida la cuenta, porque se hará cargo la sociedad de la Lube, ya que tienen para él un departamento con todas las comodidades. También le entregan un juego de indumentaria de entrenamiento.

No, no es un sueño: le están diciendo que se queda a entrenar con el plantel campeón hasta que se termine esta temporada de la Súper Liga. La felicidad no le entra en el cuerpo.

Felipe y Luciano, en una práctica de la Lube (Foto: Prensa Cucine Lube Civitanova)

“Era una oportunidad que jamás imaginé tener. Pero desde el día que llegué, entré al vestuario y me trataron como a uno más. Al principio no podía creerlo. No tomaba noción hasta el momento en que empecé a entrenar. Es una experiencia inolvidable”, dice Felipe en diálogo con The Cecco 15.

Luciano y Felipe, con una “red” improvisada, disfrutan a pleno en unas vacaciones familiares compartidas

“No tenía ninguna obligación de nada, pero sufría los nervios lógicos para tratar de no hacer papelones. El vóley es lo que hago desde que nací, aunque esta oportunidad implicaba estar en el más alto nivel. Así que pasaba de los nervios a la fascinación constante, porque la Lube es uno de los mejores equipos del mundo. De todos modos, en ningún momento quise ponerme en «modo fanático», sino en tratar de aportar lo mío. Cada día lo normalizo un poquito más”, agrega el receptor-punta.

En 2015, Felipe fue el capitán de la Selección Argentina que terminó segunda en el Mundial U19 que se disputó en nuestro país

–¿Cómo fue la relación con Luciano en este período?

–Luciano se comportó como un hermano mayor. Lo admiro voleibolísticamente, pero también sé que hay una relación previa y eso facilita todo. Me hace sentir muy cómodo y varias veces fui a comer o a jugar a la Play Station a su departamento. Al principio tenía nervios por no hacerlo quedar mal a él, que fue quien le habló de mí al entrenador. Quería demostrar que podía estar dentro de la cancha sin hacer «cagadas». Ja. Con el correr de los días, además me fue aconsejando dentro de la cancha en distintos momentos de los entrenamientos. Estoy inmensamente agradecido.

Felipe y Luciano, en uno de los tantos momentos compartidos durante la última semana

–¿Cuál es tu función específica en las prácticas?

–Hago toda la parte de adelante que no puede hacer Juantorena por su lesión en el hombro. Y también, por esa razón, saco en lugar de él o de los centrales. También me sumo en algún trabajo individual que disponga el entrenador. Al ser cubano, Osmany habla español y eso hace todo más sencillo. Me alienta cuando voy al saque o me hace correcciones técnicas. Robertlandy Simón, otro de los cubanos, también tiene un trato muy cercano. Conmigo, ellos dos son lo más parecido a mi relación con Luciano. Son muy cercanos. No dejo de sorprenderme, porque estoy hace una semana y, siendo las estrellas que son, resultan súper generosos y hasta me hacen chistes o me ayudan a mejorar mi nivel.

Juantorena, al centro, y Simón, a la izquierda, dos de los jugadores más cercanos a Benavídez en su

–¿Cómo es el trato con el resto del equipo?

–Buenísimo. Por ejemplo, el primer fin de semana fui a comer con Lucarelli. Dentro de la cancha, los centrales me ayudan con el bloqueo, explicándome el sistema o detalles particulares. Hago ataque y defensa con el líbero y él me pide que ataque más fuerte o toque en determinadas circunstancias. Zaytsev también es una persona muy normal y, si me tiene que corregir, lo hace. En una práctica me pusieron a entrenar recepción con Marlon Yant. El entrenador Blengini me hizo tantas correcciones como le pudo hacer a él. Es decir, me dedicó el mismo tiempo que a cualquier otro jugador.

En 2017, Benavídez enfrentó a Italia en el Mundial U21 de República Checa (Foto: FIVB)

–La experiencia, al parecer, no podría resultar mejor.

–Tengo la suerte de sentir que les estoy haciendo bien. Que estoy ayudando en lo que necesitaban de mí en las prácticas. Antes del partido con Trentino como locales estuve en el vestuario como si fuera uno más del plantel: viví toda la rutina del equipo con la charla técnica, pero también los masajes, el momento de encintarse los dedos, los diálogos entre jugadores. Es algo a gran escala, algo a lo que no estoy acostumbrado. Lo que yo hacía con mis compañeros en España o Argentina ahora lo hago con gente a la que yo veía por la tele.

Benavídez, en su último Mundial con Argentina: el U21 de 2017 en República Checa.

–¿Cómo transmitís esta experiencia cuando hablás con tu familia o tus amigos?

–Hablo con mi papá, Marcelo, que es mi entrenador en el Boiro, y le digo que podría estar jugando en la A3 y resulta que estoy entrenando con la Lube. Es estar en el momento justo y en el lugar indicado. Después de los nervios iniciales asumí que no tengo nada que perder. Y está claro que sé adónde pertenezco y tengo los pies sobre la Tierra. Pero ahora estoy acá. Ayudo al equipo y eso, por supuesto, me ayuda a mí. Para mi currículum, esta vivencia será muy distinta a haber vuelto inmediatamente a Argentina para jugar el Metropolitano. Obviamente, la referencia de la Lube cuenta mucho para lo que pueda ocurrir en mi futuro. ¡Es como que el Real Madrid del vóley te dé el visto bueno!

 

► Entrevista y producción: Gabriel Rosenbaun

 

DATA CLAVE

Felipe está muy identificado con la camiseta de Ciudad de Buenos Aires (Foto: Federación Metropolitana)

TRAYECTORIA. Felipe Benavídez empezó jugando en Ferro Carril Oeste a los 9 años. A los 13 se incorporó a Club de Amigos y fue convocado por primera vez a las Selecciones Argentinas de base. Luego de tres temporadas en Amigos fichó para Ciudad de Buenos Aires, club con el que debutó en la Liga Argentina en 2013/14 y jugó varias temporadas. En la Liga también vistió las camisetas de Libertad Burgi y Obras de San Juan. En las dos últimas campañas intervino en la Superliga de España con el Rotogal Boiro.

Obras de San Juan, uno de los equipos en los que Benavídez jugó la Liga Argentina (Foto: ACLAV)

SELECCIONES DE BASE. Benavídez disputó tres Mundiales de categorías formativas. El primero fue el U19 de México 2013. El segundo, el U19 de Argentina 2015, en el cual la Albiceleste fue subcampeona y él actuó como capitán, además de compartir equipo con un futuro medallista olímpico: Agustín Loser. El último de sus Mundiales fue el U21 de República Checa 2017.

TRES TÍTULOS SUDAMERICANOS. Felipe jugó tres Sudamericanos de categorías de base y fue campeón en los tres. En 2013 dio la vuelta olímpica en Saquarema, Brasil, en la categoría U17. Un año más tarde fue MVP del torneo y mejor receptor-punta al ganar el certamen U19 disputado en Paipa, Colombia. Finalmente, se consagró en Bariloche, Argentina, con la Selección U21. En ese torneo fue el máximo anotador de la final y fue elegido como uno de los dos mejores receptores-punta del torneo.

Benavídez, capitán argentino en el Mundial U19 de 2015 (Foto: FIVB)

ENTRE LOS MAYORES. Con la Selección Argentina «B» de Mayores, Felipe jugó la Copa Panamericana de 2016, en un plantel que compartió con tres integrantes del bronce olímpico en Tokio 2020: Santiago Danani, Bruno Lima y Matías Sánchez.

Sbertoli, armador de Itas Trentino (Foto: legavolley.it)

CONOCIDOS DE SÚPER LIGA. En el Mundial U21 de 2017, Benavídez jugó frente a dos de los rivales de la Lube en las semifinales de la Súper Liga. El argentino, que integró el sexteto inicial en el triunfo 3-1 sobre Italia, enfrentó al armador Ricardo Sbertoli y al Giulio Pinali, titulares en aquella Azzurra y hoy jugadores de Itas Trentino, el equipo que enfrenta a Civitanova y se clasificó para la final de la Champions League de Europa.

La planilla del partido contra Italia en el Mundial U21 de 2017