POR GIULIANA DE CECCO

 

Por lo general, Luciano se incomoda cuando tiene que hablar de sus cuestiones cotidianas más allá del vóley. A mi hermano no le gusta mostrarse tanto ni tener un perfil alto, pero creo que esa dimensión humana en realidad completa lo que es como deportista. Hace varias semanas llegamos con mi mamá a visitarlo y, por esa razón, decidí escribir este texto y contar algunas cosas que seguramente les van a gustar mucho a sus fans.

Lo primero que tengo que decir es que le revolucionamos la vida cotidiana. Él estaba acostumbrado a pasar muchas horas fuera de casa: por supuesto, para los entrenamientos y partidos, pero también para almorzar o cenar. Ahora se acopla a nosotras y compartimos muchos momentos, antes, durante y después de las comidas.

Un domingo invitamos a almorzar a Robertlandy Simón y a su novia Laura. Con ayuda de mi mamá, hice empanadas y otras recetas argentinas. El gran desafío fue hacer las empanadas con masa casera. Acá en Italia no se venden los discos de empanadas que se consiguen fácilmente en Argentina. Hay que pedirlas en España y es todo un lío. Así que las hice de manera “artesanal”. Creo que quedaron riquísimas.

Pocos días después de ese almuerzo tan lindo, Robertlandy y Laura nos invitaron a degustar comida cubana que prepararon entre los dos. La pasamos muy bien.

Y también disfrutamos momentos súper agradables con Simón, Lucarelli, Kovar y Diamantini, en un restaurante muy lindo al que habitualmente van los jugadores de la Lube.

Estoy muy contenta de compartir tanto tiempo con mi hermano. Justo cumplí 30 años acá, en Civitanova, el 5 de marzo. Creo que es mi primer “cumple” compartido con Luciano desde que éramos chicos. Desde que empezó a jugar de manera profesional, nunca estaba en casa para esa fecha: era plena temporada de las distintas ligas en las que compitió.

No somos de estar hablando todo el tiempo ni de tener charlar súper profundas. Pero disfrutamos de la compañía. Cada uno respeta la privacidad del otro. Si él quiere jugar a la Play Station, yo me pongo a hacer otra cosa. Si yo tengo ganas de hacer algo mío, él hace la suya.

De todos modos, también me acompaña y me ayuda a buscar trabajo y me alienta a perfeccionar mi italiano: estoy haciendo un curso y, por momentos, él se sienta conmigo a hacer la tarea o me estimula para que me ponga a ver series o películas en italiano, así entreno el oído.

En estas semanas, con Luciano y mi mamá Graciela hemos jugado mucho a las cartas. Sobre todo, al “Carioca”. Tenemos anotadas en un pizarrón las victorias de cada uno: estuve al frente en algún momento, pero ahora Luciano lidera las posiciones. Ja.

Apenas llegamos a Italia, en los primeros días me re aburría. No encontraba qué hacer. Luciano tiene dos habitaciones y descubrí que tenía un placard lleno de ropa deportiva. Como nosotros íbamos a necesitar ese espacio, me puse a ordenarle casi todo. Ése fue mi primer divertimento. Después, poco a poco, fui conociendo la ciudad.

Vivir cerca de la playa es otra cosa hermosa. El departamento de Luciano está a unas tres cuadras del centro, que es chiquito y muy bonito, y a unas seis o siete cuadras del mar. En la playa hay barcitos y restaurantes muy pintorescos. Cada vez que puedo, me voy caminando al mar. Muchas veces lo llevo a Roger, el perro de Luciano, para dar una vuelta juntos.

El estadio está un poco más alejado y hay que ir en auto. A veces, Luciano me deja manejar a mí. El Eurosuole Forum es impresionante y se ve bien desde cualquier lugar en el que te toque sentarte. Fuimos a ver un partido de la Champions League y otros de la Súper Liga. Apenas entrás al estadio hay una tienda con ropa oficial del equipo. Es un orgullo ver camisetas y pósters de Luciano ahí. Además, a mi mamá y a mí nos han tratado muy bien en todo momento.

Una de las cuestiones que me impresionaron fue ver en vivo y poder acercarme a jugadores que por ahí sólo veía en la tele durante los Mundiales o los Juegos Olímpicos. Por ejemplo, me pude acercar a Clevenot, un jugador que me encanta, y me saqué fotos con él sin problemas. Más allá de que yo soy hermana de Luciano, un fan cualquiera puede tener a sus ídolos al alcance de la mano. Eso es hermoso, porque no hay una distancia exagerada con los protagonistas.

También fuimos en auto a ver el partido que la Lube jugó en Perugia, una ciudad en la que Luciano estuvo durante varias temporadas. El estadio estaba “explotado” de gente y había un clima muy excitante. Para mí fue impresionante ver el respeto y el cariño que tienen por mi hermano sus excompañeros, el cuerpo técnico, el mánager, los hinchas. Y me llamó la atención que, por ejemplo, cuando iba al saque en puntos clave no lo “chiflaban” o silbaban, cosa que sí hacían con otros jugadores. Se nota que dejó un gran recuerdo ahí.